Ella lo mira desde el semáforo, esperando que se ponga en verde para cruzar. Sabe que él está nervioso. Lo conoce y sabe lo que siente por ella. Pero ¿qué siente ella?
El semáforo cambia de color y ella decide caminar despacio hasta él. Se permite sentir los nervios y el miedo de no saber. Cuando está cerca, él levanta los ojos de la pantalla y sus miradas se cruzan.
Aunque parecen tranquilos, los nervios hacen chispas en sus ojos, y una sonrisa de complicidad se dibuja en sus bocas.
Por un breve instante ella mira su boca. Un estallido de emociones hacen una fiesta en su tripa y sus nervios hacen que hasta sus piernas tiemblen.
“No puedo. No puedo sentir esto por él. No ahora. No he superado aún lo de Tomás y estoy en un momento de grandes cambios en mi vida y no sé dónde me van a llevar mis pasos. Le quiero, es importante para mí, no quiero hacerle daño y que esto termine mal. Tengo demasiadas heridas que curar antes de poder lanzarme a besar esa boca. No puedo seguir con esto. Se me está yendo de las manos y no voy a ser capaz de controlarme.”
Mientras lo abraza fuerte para no caerse, respira su olor, su pelo, su cuello. Su corazón late tan fuerte que teme que él pueda notarlo.
“Debo alejarme de él”
Sabe que ella ya está en el semáforo. Sabe que le está mirando. Traga saliva y se obliga a respirar despacio y profundamente para calmar un poco los nervios. Si pudiera saltaría para soltar la rigidez de todo su cuerpo. Está como petrificado.
“Respira, respira. No mires aún” Pero no puede evitarlo y levanta sus ojos que se cruzan con los de ella. Siente como su cuerpo tiembla de arriba a bajo. “Se ha mordido el labio, está nerviosa. Yo también le mordería” Deja de sentir su corazón de lo rápido que late.
La abraza. Necesita cerrar un momento los ojos y tomar aliento para volver a respirar. “Dios, no quiero soltarla. Quiero que este momento sea eterno. Quiero recordar en cada célula de mi cuerpo esta sensación, este olor. Su cuerpo. Está nerviosa, siento su corazón. El mío no podrá sentirlo, se ha parado para hacer este momento eterno.”
Se separa de ella y sin soltarse de los brazos la mira. “La besaría, la besaría despacio para poder sentir todo y no perderme ni un solo detalle”. Pero no lo hace. Sonríe. Conoce sus heridas. Sabe que no es el momento.
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